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Mostrando entradas de abril, 2020

Vivimos la vida monástica, inserta en el medio donde residimos: en la ciudad o la periferia.

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Antiguamente, los monjes se retiraban al desierto. Lo que más adelante se llamó “fuga mundi. La vida de Antonio y muchos de los apotegmas de los Padres del Desierto enseñan que el desierto era el lugar de la lucha entre el bien y el mal, Dios y el Demonio, el monje y las fuerzas del mal. Actualmente, el mal en todas sus dimensiones lo encontramos en la ciudad. En ella se dan las fo rmas más groseras de explotación: laboral, sexual, infantil. En ella encontramos las formas más burdas del individualismo y competición, donde la otra persona no es el prójimo sino oponente, quien me genera sospecha. En ella encontramos las peores expresiones del consumismo: todo tiene precio, todo se comercializa, todo se cambia y renueva, todo se desecha. No hay un lugar más agresivo y hostil que la ciudad: bocinas, velocidad, gritos, peleas, insultos, amenazas, hurtos, rapiñas, homicidios, violencia familiar. Si existe un lugar donde reside el mal, esa es la ciudad. Ese es el lugar que elegimos para desar...