Una antigua propuesta para las nuevas crisis del cristianismo (3)
Hesicasmo
En la entrega anterior introdujimos el concepto de hesicasmo. En esta entrega expondremos sobre él.
Es un vocablo de origen griego que podría traducirse por “quietud” física y mental, por “silencio” interior y exterior, por “paz interior”.
Este estado de serenidad, de paz interior, de clama o quietud podemos observarlo en la actitud de Jesús en el siguiente relato:
“Al oír estas cosas, todos en la sinagoga se llenaron de ira; y levantándose, le echaron fuera de la ciudad, y le llevaron hasta la cumbre del monte sobre el cual estaba edificada la ciudad de ellos, para despeñarle. Mas él pasó por en medio de ellos, y se fue” (Lc. 28-30).
Es una práctica y doctrina que surge en el monacato de la iglesia indivisa hacia el siglo IV con los Padres del Desierto. Los apotegmas dan cuenta de esta pràctica en todos los padres.
El hesicasmo tiene dos grandes columnas sobre las que se sostiene su práctica y doctrina:
- La paz interior en comunión con Dios, es decir, todo lo referido al mundo interior.
- La armonía con toda la creación, es decir, todo lo relacionado con el mundo exterior.
Las tres características fundamentales del hesicasmo:
- La soledad que se expresa a través de la “fuga mundi”
Este concepto, fuga del mundo, hace referencia a un desplazamiento, real o simbólico, de la realidad social y cultural; un aislamiento de las costumbres del mundo, en cuanto, el común de las personas que viven en nuestro entorno social y cultural.
Decíamos que implica un desplazamiento real o simbólico, pues, en algunos casos se concreta a través de un desplazamiento geográfico a lugares solitarios, por ejemplo: el campo, la montaña, la ribera de un río, un bosque, etc.; pero en otros casos ese desplazamiento es de índole espiritual, es decir que, el apartamiento de las costumbres del mundo se produce en el mismo lugar de residencia; tal como sucedió con abba Antonio en su primera etapa de vida ascética (véase la obra “Vida de abba Antonio escrita por San Atanasio).
A continuación propongo tres ejemplos bíblicos al respecto.
En primer lugar el profeta Elías que se retira al monte Horeb en busca del encuentro con Dios (1Re. 19).
Un segundo ejemplo es el Juan el bautista que se retira al desierto para desarrollar su ministerio profético (Mt. 3).
En tercer lugar Jesús que se introduce en el desierto para discernir la voluntad de Dios (Mt. 4).
- El silencio que se expresa a través de la búsqueda de la comunión con Dios:
Nuevamente volvemos a la soledad y el silencio del desierto para la escucha de Dios. Y en este punto es importante establecer una aclaración, una cosa es “oìr” y otra muy diferente “escuchar”. Oír es percibir con los oídos los diferentes sonidos, pero escuchar, es prestar atención a lo que se oye.
A continuación propongo nuevamente, tres ejemplos bíblicos.
El primer ejemplo es la manifestación de la zarza ardiendo, Moisés oye muchos sonidos: el viento del desierto, el crujir de las ramas que ardían, el balido de las ovejas que pastoreaba, etc., pero entre los muchos ruidos, escucha la voz de Dios y el mensaje que le comunica (Ex. 3).
El segundo ejemplo es la manifestación en el monte Horeb, nuevamente el profeta Elías oye muchos ruidos: el viento, el terremoto, la tormenta, pero entre los muchos sonidos escucha la voz de Dios y el mensaje que le comunica (1Re. 19).
El tercer ejemplo son los cuarenta días y las cuarenta noches que Jesús pasa en el desierto. Jesús oye los ruidos propios del desierto y también la voz del tentador; pero entre todos los sonidos escucha la voz de Dios que se hace palabra y respuesta a las tentaciones del tener, el hacer y el poder.
- La quietud que se expresa a través del control de los pensamientos (lo que los padres llamaban “logismoi”, es decir, alcanzar la ausencia de preocupaciones y la sobriedad:
Ausencia de todo y comunión con Dios, “el Padre y yo somos uno” afirma Jesús (Jn. 10:30).
Es Evagrio Póntico, monje que vivió entre los años 345 al 399, quien recoge y difunde la práctica del hesicasmo y le asigna un cuerpo doctrinal básico que se difunde en la iglesia indivisa, tanto en oriente como en occidente.
Pero, fundamentalmente a partir de los siglo XII – XIV el hesicasmo tiene su período de consolidación, con Gregorio Palamas, monje que vivió entre los años 1296 al 1359 y realizó su vocación monástica en el Monte Athos; y luego con otros padres como Filoteo Kokkinos, que vivió entre los años 1300 al 1379 y fue Patriarca de Constantinopla y Nicolás Cabasilas que vivió entre los años 1320 al 139, al parecer fue candidato al patriarcado; todos ellos, grandes teólogos bizantinos.
El hesicasmo comienza a difundirse: hacia el siglo XI en los monasterios de Constantinopla, hacia el siglo XIV en los monasterios del Monte Athos y hacia el siglo XVIII en los monasterios del pueblo eslavo, especialmente en Rusia. Y es a partir del siglo XX que retorna la práctica a occidente, como veremos en otra publicación, a causa de las migraciones provocadas por la revolución bolchevique.
El hesicasmo cuenta con algunas técnicas o instrumentos fisiológicos y psicológicos:
- Tener una posición cómoda, sentado o de pie
- Poca iluminación
- Ojos cerrados
- Uso de chotki o komboskini
- Cabeza inclinada (mirarse el ombligo)
Pero estas son técnicas no es el hesicasmo y no se llega necesariamente por ellas al estado de hesichía.
A veces vemos en youtube videos que ponen el énfasis en las técnicas, confundiendo hesicasmo con yoga. El hesicasmo no es el yoga cristiano. El yoga busca llegar a la perfección de uno mismo por medio del esfuerzo personal. El hesicasmo busca llegar a la comunión con Dios por medio de la iniciativa humana, pero fundamentalmente, por la gracia que interviene y sin la cual no sería posible alcanzar dicho estado.
Es un error común y generalizado en occidente, centrarse en las técnicas. El Higumeno Charitón del monasterio de Valamo insiste en que lo verdaderamente importante e imprescindible es que nuestro intelecto y nuestro corazón estén unificados, concentrados en las palabras de la Oración de Jesús como camino más corto y certero a la Oración del Corazón (véase la obra “El arte de la Oración”).
La Oración de Jesús, también es un medio para llegar a la Oración del Corazón, ese estado de comunión y permanencia en Dios, donde ya no es necesaria la oración vocal ni mental.
En un mundo dividido entre norte y sur, oriente y occidente, ricos y pobres, cristianos y no cristianos, pero, sin embargo, globalizad; amenazado por una guerra nuclear en esta tercera guerra mundial que estamos transitando sin reconocerla; en una cultura del ruido, del grito, de las sirenas, del consumismo, del individualismo, del mercado; en una sociedad fragmentada, donde el otro o la otra produce sospechas, es un enemigo del que cuidarse más que un prójimo o próximo con quien compartir; donde la naturaleza es explotada salvajemente, donde hay especies animales y vegetales en riesgo de extinción; la práctica hesicasta es una “vieja herramienta” totalmente útil para las “nuevas crisis” que transitamos.
Comentarios