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Lectio Divina II

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Itinerario Monástico – La Lectio Divina II. Quienes asumimos la vida monástica, dedicamos un tiempo de la jornada a la práctica de la Lectio Divina (RB. 48,1).  Ese momento tiene que ser preparado. Las horas del amanecer y del atardecer, son momentos privilegiados; sin embargo, puede suceder que a esas horas no podamos practicarla. Entonces, es necesario crear el ambiente propicio para leer y ser leídos / leídas por la Palabra de Dios.  Antes de iniciar la lectura es necesario silenciarnos. Tranquilizar nuestro cuerpo y nuestro espíritu. Ponernos en la presencia de la Divinidad y dejarnos llenar por ella. Sin lugar a dudas, me atrevo a afirmar, que este es el momento más importante de la vida del monje o la monja. Dios comunica su Palabra (Lc. 1,26), el monje o la monja reciben esa Palabra (Lc. 1,38), la encarnan en sus vidas (Jn. 1,14) y la comunican al resto de la comunidad monástica y de las personas con quienes entran en contacto (Lc. 1,39-56) porque ninguna Palabra Divi...

El silencio interior.

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Las monjas y los monjes rodeamos nuestra vida de silencio como instrumento para escuchar la voz divina que nos habla. Benito de Nursia, comienza justamente su Regla para Monjes con la palabra: “Escucha” (RB. Prólogo, 1).  Toda la experiencia monástica es una búsqueda del silencio para desarrollar la capacidad de escucha. Sin embargo, el siglo XXI nos presenta nuevos desafíos. Muchas monjas y muchos monjes, vivimos en la periferia de las ciudades o en el corazón de ellas. Los ruidos del entorno invaden nuestros espacios. Entre tantas voces, entre tantos ruidos, escuchar la voz divina no es fácil. Como Samuel podemos confundirnos (1Sam. 3).  Nuestro desafío es buscar el silencio interior. Discernir la voz divina entre tantas otras voces. Ciertamente, el desafío actual para la vida monástica, no es tanto de estar en silencio físico, sino en silencio interior. Muchas veces Dios se manifiesta a través de quien menos esperamos (RB. 3,3). En la actualidad podría ser a través del cho...

Itinerario Monástico - La Collatio.

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La Palabra de Dios fue comunicada a un colectivo, el pueblo de Israel, no a un individuo. Las Escrituras leídas, reflexionadas, meditadas y rumiadas en comunidad enriquecen a las monjas y los monjes; que encarnan en el silencio y la soledad del recinto monástico, a la Palabra salida del Padre (Lc. 1,26-38; cf. Jn. 1,14; Lc. 11,27).  Leemos la Palabra de Dios en la lectio divina y somos leídos por la Palabra de Dios en la collatio -el encuentro con otros y otras para conversar, discutir y orar esa Palabra- (Is. 55,10-11).  Los monjes y las monjas, somos incorporados e incorporadas a la historia del pueblo de Dios. La conversación sobre la lectio y la comprensión de la Palabra compartida en comunidad, es una experiencia pascual, donde los monjes y las monjas, sentimos que arde la llama de la fe en nuestros corazones y nuestros ojos se abren a la experiencia del encuentro con el Resucitado hecho sacramento en los hermanos y las hermanas (Lc. 24,13-32). Este encuentro comunita...

Itinerario Monástico - La Lectio Divina.-

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Otra característica de los monjes y las monjas es la práctica de la lectio divina (RB.48).  Ella es una lectura apacible, reposada, rumiada, saboreada, gozada, desinteresada de la Biblia. La Biblia es el libro por excelencia de los monjes y las monjas. Los antiguos Padres del Desierto: Pacomio, Basilio, Evagrio Póntico, Jerónimo, Juan Casiano, inculcaron a sus discípulos la necesidad de una lectura frecuente de la Biblia, pues ella es la herramienta fundamental para la formación; decían que era “alimento celestial”, “pan bajado del cielo”, “carne y sangre de Cristo”  El monje y la monja buscan incasanblemente a Dios (Sal. 118,10.45), en su interior guardan su Palabra (Sal. 118,11.56.129), la repiten sus labios (Sal. 118,13.48.55) y en ella meditan (Sal. 118,15). La Palabra es deleite y consejo (Sal. 118,24.92), consuelo (Sal. 118,28.50) y gozo (Sal. 118,35), confianza (Sal. 118,42) y esperanza (Sal. 118,49.74.81.114), alegría (Sal. 118,112) y seguridad (Sal. 118,133). El mo...