Apuntes sobre Hesicasmo 3: La práctica del ayuno (parte 1)
“Una toma moderada de alimentos, según nuestro razonamiento, contribuye a la salud del cuerpo y no quita nada a la santidad. La regla de continencia y la norma exacta que nos transmitieron los Padres, es la siguiente: el que tome un alimento cualquiera, deberá detenerse cuando aún tiene apetito, sin esperar la saciedad”
Juan Casiano
Presentación
Este nuevo número de “Apuntes hesicastas” está dedicado a la práctica del ayuno. Un tema sobre el que me han consultado varias veces y al que le dediqué algunos comentarios en facebook y en youtube.
El ayuno es uno de los tres pilares sobre los que se sostiene la ascesis hesicasta: oración, vigilias y ayuno. Y por tal motivo es fundamental contar con elementos teóricos y prácticos para cumplir con esta práctica.
El ayuno, es la acción de abstenerse, por un período de tiempo, de beber o comer parcial o totalmente. Si bien, en la mayor parte de las veces, su práctica está asociada a motivos religiosos, también se practica por otros motivos como reivindicación de derechos o manifestación (huelga de hambre), técnicas sanitarias o curativas, tanto de la medicina convencional como de la medicina naturista.
Se entiendo por ayuno total la abstención de comida y bebida, aunque en algunas prácticas puede ingerirse determinadas cantidades de líquido como ser café, té, caldos o agua.
Se entiende por “ayunos intermitentes” la alternancia entre períodos de ayuno y de alimentación. Existen varias formas de ayuno intermitente.
- el ayuno en días alternos, es decir una jornada de 24 horas de ayuno seguida de otra de alimentación y así sucesivamente (por ejemplo la práctica cristiana de ayunar los miércoles y viernes);
- el ayuno periódico y la alimentación diaria con restricción durante algunas horas del día (por ejemplo la práctica monástica de ayunar hasta pasada la hora Tercia, es decir, 9 de la mañana);
- el ayuno modificado, es decir la limitación calórica acostumbrada (por ejemplo, la supresión de azúcares, harinas, etc.); o la realización de una sola comida al día.
Los motivos para ayunar son variados. Algunas personas lo realizan para “mantenerse en línea” es decir, mejorar su apariencia, contribuir a su belleza física; otras lo realizan como entrenamiento para mejorar su calidad deportista; las personas enfermas para mejorar su estado de salud.
Desde la perspectiva filosófica también es utilizado por diferentes causas:
- el estoico ayuna para fortalecer su voluntad y dominar su cuerpo,
- el epicúreo ayuna para evitar los excesos que turban su quietud
- el pitagórico ayuna para alejarse lo más posible de la materia y mantener libre su espíritu.
El ayuno en ningún caso es un fin, siempre es un medio para el logro de un objetivo, mejorar la apariencia, mejorar el rendimiento físico, mejorar la salud, controlar el cuerpo, mantenerse en la quietud y en la libertad espiritual, etc.
En el mundo cristiano también se practica como medio para obtener resultados:
- Para alcanzar la expiación de los pecados:
“Una madera seca, por voluntad de Eliseo, hizo subir un hierro del abismo; un cuerpo desecado a través del ayuno por voluntad del monje, hace emerger al alma del abismo” (Hyperechius, Ad monachos adhortatio, n° 89; PG 79,1484C).
- Para estar más receptivo de la vida espiritual al disminuir la actividad biológica:
“Cuando has llenado tu vientre, si no quieres arrepentirte evita explorar lo divino. Comprende bien lo que te digo: el vientre saciado excluye el conocimiento de los misterios de Dios” (Venerable anciano San Isaac el Sirio, Sentencias, V).
- A manera de estar preparado, en la espera escatológica:
“Una carne enflaquecida pasará más fácilmente por la puerta estrecha, una carne más liviana resucitará más rápido, una carne desecada se conservará mejor en la tumba” (Tertuliano, De jejunio, 17).
Pero sobre estos temas cristianos nos detendremos más adelante.
Que la Santa Madre de Dios, nuestra Señora de todas las protecciones nos acompañe a lo largo de esta lectura.
P. Julio.
Cuaresma, 2023
Introducción
La práctica del ayuno es muy frecuente en la Biblia, incluso entre los primeros cristianos, encontramos muchas referencias, como veremos en los próximos capítulos, en los escritos de los Padres Apostólicos y en el resto de la patrística; igualmente, fue celosamente practicado por los Padres del desierto y recomendado por las reglas monásticas.
Entonces deberíamos preguntarnos qué ha sucedido para que tenga tan mala reputación en estos tiempos, para que el ayuno religioso sea tan rechazado.
Una primera respuesta la encontramos dentro del propio cristianismo. Los extremos nunca son buenos y en la Edad Media se practicó de forma extrema, guardando únicamente la forma externa, asociado a la mortificación; fue desprovisto del contenido espiritual y sometido a rigores extremos.
Una segunda respuesta la encontramos dentro de nuestra cultura. La afirmación común de que la privación es negativa, sin encontrar el valor del autocontrol, el autodominio es muy común. Sumado a otra afirmación, bastante generalizada, de que la satisfacción de los apetitos es positiva, hemos dado rienda suelta a los deleites de las comidas sin ejercer un mínimo de prudente control o dominio sobre el tema y relegando la práctica del ayuno como algo propio de otros tiempos.
Con esta entrega: “Hesicasmo, la práctica del ayuno” pretendo compartir con ustedes los fundamentos teóricos y prácticos de una práctica milenaria en la humanidad. Si bien daré un abordaje cristiano al tema, no puedo menos que mencionar brevemente, esta práctica en las otras comunidades de fe.
Este número de “Apuntes hesicastas” consta de cinco partes o capítulos.
En la primera parte desarrollo brevemente la práctica del ayuno en las distintas comunidades de fe: en el mundo judío, en el mundo cristiano y en el mundo islámico. El objetivo es proporcionar información básica sobre el tema, desde la perspectiva religiosa.
En la segunda parte desarrollo los fundamentos bíblicos sobre la práctica del ayuno, recorriendo los escritos del Antiguo Testamento y los del Nuevo Testamento. El objetivo es fundamentar esta práctica desde las Sagradas Escrituras.
En la tercera parte desarrollo los fundamentos patrísticos sobre la práctica del ayuno, las enseñanzas realizadas por los Padres de la Iglesia sobre el tema; su visión y su aporte al cristianismo.
En la cuarta parte desarrollo los fundamentos monásticos, de oriente y occidente, sobre la práctica del ayuno. Recorriendo las enseñanzas de los Padres del desierto y las Reglas monásticas.
En la quinta parte desarrollo la doctrina y práctica del ayuno dentro de la corriente hesicasta
Finalmente, en las conclusiones les compartiré una síntesis de todo lo expuesto y algunas sugerencias prácticas, acompañadas de un apéndice con excepciones.
Todas las citas bíblicas son tomadas de la “La Biblia de las Américas” (LBLA – Biblia de Estudio. @2000 por The LockmanFoundation).
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